Los efectos del coronavirus siguen presentes en España. Aquellos pacientes que continúan arrastrando algún tipo de sintomatología y se ven afectados por las secuelas de la enfermedad o COVID-19 persistente representan entre el 10% y el 20% de las personas que han pasado el coronavirus.
Algunos de los síntomas más comunes son la caída del cabello, fiebre, dolores de garganta, fatiga, disfunción cognitiva o disnea. Estos pacientes, a falta de una codificación sanitaria clara, ven pasar los meses sin una respuesta clara y unificada por parte del sistema sanitario.
“El problema de base reside en que todavía no se sabe por qué persisten estos síntomas y en la ausencia de un tratamiento. Por ello queremos recordar la importancia de invertir los recursos y esfuerzos necesarios en establecer una codificación sanitaria para que los centros hospitalarios puedan gestionar mejor sus recursos” explica Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO.
“El paciente entra luego en un punto en el que debe luchar mucho para que se le reconozca la enfermedad. Y después, de conseguirlo, seguir peleando para que se le aplique un tratamiento diferenciado. Y aquí es donde entra en juego la codificación, ya que, con ella, esta enfermedad se detectaría mucho más rápido y se ahorraría tiempo a todas las partes”, detalla Cuscó.
En esta parte entra en juego también la confusión que genera las secuelas del coronavirus y la COVID-19 persistente, entendiendo la primera simplemente como las consecuencias fruto del daño de los órganos durante la fase aguda de la enfermedad y que, a diferencia de la segunda, van recuperándose, en la mayoría de los casos, poco a poco.
ASHO ha sido noticia por este tema en: